Monstruoso y efectivo.

Cargados de cerveza y demás comestibles, nos enfrentamos a un monstruo verde, gris y peludo, que se lanza sobre nuestro techo a cumplir con un encargo (de muchos).

 

Espero sentada mientras nos escupe un líquido viscoso que burbujea levemente.

Que aclara él mismo con sus garras furiosas, repetidamente.

 

Se prepara para un asalto más que hace el suelo vibrar y las paredes temblar.

Qshhh. Qshhhhh. Qshhhhh…

Respira entrecortadamente y se detiene.

 

Ahora despide un gas fétido que se agrupa en nubes a nuestro alrededor.

Qué bicho; no podría ser más repulsivo.

 

Al menos el largo proceso está llegando a su fin.

Parece que la máquina ha terminado de limpiar el coche y podemos irnos a casa.