Canijos e inocentes.
Mi raza preferida de perro es el San Bernardo: esos que son tan grandes y que atraviesan la nieve de las montañas para darle un sorbito de licor a los que quedaron atrapados. Pero admiro mucho a los galgos. Los perros canijillos que nadie quiere y que acaban colgando de un árbol por maldad. Y es que los galgos.. Son tan expresivos! Hasta tal punto que resulta doloroso porque a mí, me dan pena. Son meláncolicos y resguardados. No se dejan ver, no se ensanchan. Pasan desapercibidos. Son tan inteligentes.. y por desgracia, demasiado inocentes. Van rebosantes de pura confianza en nosotros. Sus piernas son largas pero carecen de fuerza. Ah y sus ojos! Madre mía qué ojos! Como canicas negras gigantes. A veces me pregunto cómo los sujeta su cabeza. Creo que no hay ninguna raza de perro que sea tan agradecida. Me crucé con uno en el parque para perros donde va la perrita de mi prima a pasear y qué bonita era!!! Están como ausentes... eso es!!! Estando en cuerpo ocasionalmente pero nunca puestos, concentrados, en lo que tienen delante. El galgo es similar a un niño o una persona dañada. Desconfiada e insegura. Con la constante necesidad de que se le recuerde que la vida que dejó atrás, atrás se quedó. Oh, me encuentro sentimental.