Querida mamá.
Hoy he decidido optar por algo distinto porque bueno, la ocasión lo merece. Mi carta sin sello ni papel para ti mamá, feliz cumpleaños.
“Tengo tan sólo trece años de vida, mi sabiduría y experiencias son igual de escasas. Cada vez se me hace más difícil pensar en un regalo que recuerdes con ilusión, como los muchos que yo misma he recibido por Reyes magos y cumpleaños. Mamá, sé que mi venilla adolescente está más presente de lo que a ambas nos gustaría y que por su culpa han surgido discusiones que, tiempo atrás, me parecían inimaginables.
Pero mi amor por ti las deja atrás, condenándolas a desaparecer porque te quiero a infinidades. Por tus mil hazañas maternales; como cuando rescataste a mi muñeco favorito (Juanito) de las fauces de Kira (el perro más matón que he conocido hasta el momento).
Eres mi guía, mi perro lazarillo. Mi mentora y compañera de gamberradas. Mi madre y (como bromeamos tú y yo) mi mejor amiga. Eres mi fundadora y formadora pues has pagado con esfuerzo la más aclamada educación y una estantería repleta de libros, de la que me enorgullezco. Junto a papá, formas el fantástico dúo al que aspiro tener, más temprano que tarde. Deseo una familia como la nuestra, unida y divertida.
Felices 43, recuerda mi regalo con sentimiento para poder compararlo con los que vengan.”