Cierra los ojos.

Dicen los románticos, que tendemos a cerrar los ojos cuando disfrutamos de algo que hacemos (un beso, una caricia, un libro..). Sin embargo, hay otras mil actividades para las que no los cerramos porque se necesitamos bien abiertos. Actividades como leer o dibujar. También para tomar fotografías.

    Significa eso que no se encuentra el mismo placer en un beso como en el desarrollo de un dibujo? No. Para nada. Ambas nos llenan igual de positivamente! Pero sí que reaccionamos distintamente.

    Hoy escuché mi canción favorita de Amy Winehouse. Cerré los ojos y canté con todas mis fuerzas. Más tarde, le preparé papilla al bebé pájaro que salvamos de las zarpas de un gato. Me encantan los animales pero tenía que poner toda mi atención en apuntar correctamente a la boca o le mancharía las plumas. Había una parte en mi interior que se aisló , haciéndose impenetrable. Os daré una pista acerca de esa parte; no eran mis ojos.

   Nuestra naturaleza es sabia; pide a gritos alimentarse con alegría. Para llamarnos la atención se disparan alarmas feroces en cada poro de la piel. Son las responsables de pasar la página del libro, volver a reproducir el disco o sacarle punta al lápiz.

    Yo estaba contenta con darle de comer a la cría (a la que llamé Amy) y eso que mis ojos estaban bien abiertos. La felicidad consiste en identificar qué nos entusiasma y olvidar el resto. No es tan complicado.

 

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