En busca de la fe.

Las primeras entradas que mi buscador me dio a leer al yo escribir la palabra “fe”, fueron religiosas: "Creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior" o "creer en la palabra de Dios y en la doctrina de la Iglesia."

 

Quiero escribir sobre otra clase de fe, una más personal y cercana (esa que aparece en el diccionario como sinónimo de certidumbre, confianza, esperanza) y que deposito en los adolescentes que me rodean.

 

Siento que esta actual generación se está perdiendo mil maravillas por sumergirse en los problemas y tristezas. Hoy en día oigo más quejas que soluciones y me apena que me las cuentes, de verdad, como confidente tuyo que soy.

 

No me malinterpretes; es inevitable estar de bajón pero te aconsejo desde mi propia experiencia, que no lo prolongues. Si no vas a mejorarte por ti, hazlo por mí. Quítame un peso de encima, libérame del papel de confidente, no quiero que me necesites.

 

No todos estamos apenados:

Me hincho de alegría y orgullo al pensar en mis escasos amigos positivos, que nunca jamás se han hecho mal. Cuando jugamos al juego de las preguntas comprometidas, (en el que se baja un dedo por cada cosa que se haya hecho), estos amigos conservan la mayoría de los suyos.

 

Chicos, sois la inocencia reencarnada, dejad que me una al grupo.

Nos hacemos llamar los inagotables; somos fuentes combustibles de inexperiencia y curiosidad. Prometo ayudaros a sanar. Pero los demás nos tenéis que ayudar, dadnos vuestro apoyo, que el mío sólo no es suficiente.

 

 

A vosotros, salvadores, os dedico mis palabras.


Mi fe ha sido restaurada gracias a vuestra normalidad.