En línea.

Últimamente, me encuentro luchando por el equilibrio perfecto entre querer contestar a todos los mensajes sin dejar desatendidas mis obligaciones. Una pequeña nimiedad que se ha convertido en una gran parte de mi día a día.

 

Y es que, el estar viviendo fuera, me hace dedicarle más tiempo al móvil aunque sólo sea para interesarme por mis amigos: poder contribuir a resolver sus problemas, tenerles presente, sentirles cerca… A veces me llaman cuando organizan quedadas a las que normalmente iría. Para hacerme partícipe, supongo.

 

Yo estoy pendiente, alerta, para demostrarles lo mucho que me importan. Que por ellos,  estoy dispuesta a dejar a un lado mi torpeza tecnológica.

 

Y no lo considero algo negativo. Me gusta tener con quien hablar, es casi como un hobby.

Ahora que nos separa todo un océano, hay gente que ha decidido escribirme repentinamente. Incluso sin habernos relacionado mucho antes de yo marcharme. Entonces, me siento como una especie de confidente o la prima lejana a la que tanto aprecias a pesar de que no os veis apenas.

 

Estoy agradecida de tener tantos medios a mi disposición, es lo que intento expresar. En otra época las cosas habrían sido difíciles y definitvas.