Fuertes cimientos.

Muchas veces imagino que en nuestro interior viven grandes ciudades; con sus praderas, edificios, árboles, luces que parpadean, mosquitos que las revolotean… Algunas tendrán lagunas, ríos o mares, porque no todas son iguales. Y cruzando éste mundo que no sabíamos que teníamos, hay un puente. Unos están fabricándose, otros ya funcionan. Eso no es muy importante porque no hay ninguna ciudad a la que le falte su puente. Lo único que sí varía son los materiales con los que se construyeron. Pudo ser piedra, hierro, madera. Esto que os cuento, es mi forma de atribuir cualidades a las personas que conozco (incluidas las que están por llegar). En mí por ejemplo; las praderas podrían ser felicidad. Mi ciudad suele ser muy verde aunque de vez en cuando se arrancan las placas de césped. Se sustituyen rápido. Los edificios no son muy altos así que, van a ser preocupaciones. Las plantas innecesarias pueden demolerse pero también añadirse. Las luces vamos a decir que será mi empatía. Sí, parpadean; se encienden impredecibles mas no se acaban de fundir. Los árboles son inquietudes y no dejaré que los talen. Creo que en mí brama un mar que lo nombraré como curiosidad; incesable y rebelde. Sólo me queda hablaros de los puentes. A éstos indudablemente, les asigno la confianza. Porque es una cosa bastante moldeable y desgraciadamente, salvaje. Quién sabe, a lo mejor intentas acercarte y te arranca una pierna. Otro día te lamerá las heridas. Puede ser que por eso, preferimos dejarla corretear o en los peores casos, enjaularlas. Adelantaré que esto es un grave error porque en ocasiones es realmente útil. Para ponerte un vestido que te costó caro y que ahora queda algo estrecho. Para vernos bien recurrimos a la confianza. Os habéis dado cuenta que la he descrito como un animalito? Con mucho cariño y paciencia conseguiréis que acuda a vosotros. Desde entonces tendréis un aliado y lo mejor? Vivís juntos.

 

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