la alucinante, intrigante vida de un perro

Me gusta ponerme en la situación de otras personas. Ver las cosas como ellos las ven, pensar como se sentirían, qué es lo que oyen... Si están atentos a sus alrededores. Pero lo más divertido es imaginar que eres un perro. La verdad, es que tenemos mucho en común. Pensadlo un momento. Tenéis un olfato tan potente que puedes oler la comida de hoy desde la calle. Demostrar tu felicidad es tan fácil como mover la cola. Tienes una agilidad asombrosa, saltas, te escabulles, engulles las naranjas de los árboles de tus dueños, persigues pájaros. Eres tan adorable que no hace falta que pongas ojitos siquiera. Todo lo disfrutas como la primera vez. Tu olfato húmedo no se separa del suelo, buscando sin cesar un rastro que seguir. Como los detectives. Lo pruebas todo, debes ponerle nombre a todo lo desconocido y hacerlo tuyo. Pareces no ser consciente de la suciedad pegada a tu brillante pelaje. Saludas, y te relames los bigotes. Cada rincón es una emocionante aventura. Y tu oído.... Guau. No hay arma más potente. Es de tus mejores cualidades. No hay nada que pueda pasarte por lo alto, es lo que mejor se te da. A mí me gusta hacer de perro. En ocasiones me convierto en uno para vivir como ellos. No se limitan a dormir encima de tus pies nada más. No amigos, son tan capaces que resulta peligroso.

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