Los árboles también son personas.
Sí los árboles también son personas. Y ahora os contaré por qué. Pero antes quería excusarme y explicarme ante todos aquellos amigos que he tenido desde tanto tiempo atrás y que TODAVÍA no he tenido la decencia de invitar a mi hogar. Reconozco públicamente que me avergonzaba de mi casa. Pues todos mis amigos tenían unas casas increíblemente grandes con áticos y sótanos, más de un piso y millones de dormitorios. La envidia no es buena, lo sé. Y yo no les tenía envidia pero mi casa era cien veces más pequeña, desordenada y sin mucho espacio. Mi cuarto es estrecho y sin sitio para invitados (pijamadas.. etc) Ahora.. El jardín lo adoraba. Y me partía el alma que se pudrieran mis árboles. Especialmente el ciruelo que solíamos tener. Era alto y muy fino. Cómo se sujetaba no lo sabré nunca. El ciruelo lo asocié siempre con mi abuela. Era su representación que digamos. Bajaríamos el caminillo y nos estiraríamos hacia las ramas para comernos sus frutas. Ya se fue. Yo sé que los árboles escuchan. Francamente, no les queda otra ¿verdad? Tuve que hacerles entender que no quería amigos en casa pero no por ellos, si no por la casa. He decidido nombrar a cada componente en nuestro jardín. Ellos también merece un título. Que les caracterice y les haga saber con qué individuo en concreto, hablo. Además, a veces parecen agradecer que se les considere de esa manera. Crecen mejor. Tengo la certeza.