Manual para un desmoronado.
No estoy segura si esta palabra existe; desmoronado. En fin, alguien que está hecho pedazos. Yo no soy ninguna sabia, todavía me falta mucho por experienciar. Pero yo observo y aprendo. Y gracias a eso, sé cómo aliviarle las penas a alguien. O a ti mismo. Me quedo por pulir las técnicas un poco para este último. Si hay algo que puedo confirmar es que el dolor no puede medirse. No hay escala o grado para el dolor; es indefinible. Por eso, la carga de tu familiar o amigo no va a pesar lo mismo en ti. Otra cosa que sé con certeza es que no es posible enfocar tu vida en otra cosa. Sufrir es un vicio, díficil de desprenderse. Una vez que aprendes a convivir con él, se hace imposible renunciarlo. Y es esto lo primero que se debe aceptar en una persona triste, la tristeza le va a perseguir toda la vida. Que sí, que sí, que todos hemos estado tristes alguna que otra vez y no se puede remediar y bla bla bla. Parad. Estamos hablando de alguien que agoniza a causa de algo. No una racha. No un sentimiento pasajero. No. Una condena asfixiante. Hay que ser muy paciente, la persona a la que intentas ayudar no está aquí realmente; si no que andará rebuscando en un pasado que sepa mejor. El futuro tiene reputación de no ser muy brillante. Habla con esa persona y llora con ella. Abrázala y hazla reír. Y deja que ella también haga sus chistes. No presiones nunca, no eches en cara nada. Y por favor, por muy frustrante que parezca, no te distancies. La familia tiene que estar unida. ME OÍS!?? U-N-I-D-A. Creo que alguno de mis lectores tendrían que empezar a poner eso en práctica. Porque lo estamos padeciendo todos. Y a sonreír y seguir viviendo. Siempre esperando días mejores. Que como le dice Peter Pan a Campanilla; lo mejor está por llegar.