Mezclas curiosas.
No es aconsejable añadirle a un estofado de lentejas con verduras, una barra de chocolate blanco como tampoco lo es ponerse a hacer ejercicio recién comido. Otro imposible es mezclar la familia de mi madre con la de mi padre. Porque esos ingredientes formarán un brebaje peor que los que preparan las brujas en la noche de Halloween (1 de noviembre).
Desde pequeña siempre las he considerado familias distintas. Familia al fin y al cabo. La mía! Pero separadas y sin verse a la vez. Los cumpleaños por ejemplo, se celebran con unos y después con los otros. Por eso, me extrañó muchísimo oír que mis tíos (y prima) paterna vienen a visitarnos al piso en Costa Ballena, estando mi abuela materna primera. En mi cabeza pensé.. Esto va a tener las mismas consecuencias que masticar una cabeza de ajo en crudo: mal sabor de boca y escozor nasal.
No podía estar más equivocada:
He aprendido que no hay nadie mejor que parientes (aún sin ser de sangre) para aliviar las penas de uno. Notan la ausencia de nuestros muertos con cierta ternura.
Mi abuela se rió a menudo, parece que esta visita ha sido terapéutica. A mis tíos les entristecerá el estado de mi abuela pero son muy capaces de ayudarla. Basta con entablar inagotables conversaciones y contar historias conocidas para pasar un buen rato.
Me alegra haberme equivocado.
Quizás también hagan de bálsamo las lentejas con chocolate en mi estómago...