Navidad.

Me dedicaste una caja que tú misma pintaste, su interior repleto de sorpresas.

Recuerdos y momentos me regalaste al imprimir nuestras mejores fotos, las más representativas de nuestra relación. 

Tus sentimientos por escrito en tu código de letra desordenada.

Cada cosa que escogiste, me emocionaba. Hasta las guirnaldas de suave piel dorada, que usaste para proteger lo demás.

Y yo luchando contra las lágrimas para no empapar las páginas de mi nuevo libro favorito.

 

Sé cuanto te esforzaste. ¿Cuántas veces retocarías los pequeños detalles? Espero que tu perfeccionismo no te diese mucha guerra…

Te imagino frustrada en casa, pensando que no era suficiente o demasiado, que algo estaba fuera de lugar o que no me gustaría. Pensando y repensando. 

Pero siempre fuiste muy atenta, observadora y todo me pareció increíble. 

Date cuenta de tu habilidad, de lo bien que me conoces.

 

Me has dado tanto en el “poco” tiempo que llevamos y no hablo sólo de lo material… ¿Te merezco?