Otra clase de persona.

El primer libro que leí de Albert (mi escritor) se titula “el mundo amarillo.” En él, proponía un concepto para esas personas con las que somos capaces de profundizar sin ver a diario. Albert las llama amarillos; esas personas que se sitúan entre el amor y la amistad, esas personas que dan sentido a nuestra vida y que quizás vuelvas o no a ver.

    Yo tengo una amiga llamada Esther que jugó un papel muy importante en mi vida. Se parece a los amarillos por su lejanía pero es mucho más. Aunque llegó en un ambiente poco saludable, nuestra relación mejoraba con misterio. Me completó cuando una parte grande de mí se resquebrajaba, la compuso con comprensión y consejo.

    Quizás la edad sea nuestra mayor diferencia; dos años (que no noto). Ella es mi amiga: en la que más confío (parece que la entrenaron para eso) y a la que he admirado durante muchísimo tiempo. Por su independencia, fuerza y madurez contagiosa.

    Ahora apenas nos hacemos falta, pero pienso en ti Esther: al pasar por tu tienda favorita, leyendo tus libros y escuchando twenty one pilots. Sabías que tu nombre significa estrella? Tu luz y brillo le hacen buena justicia.