Quiero verte.

La semana me cuesta, a veces me asfixian mis obligaciones. 

Cuando me apetece hacerme pequeña y alejarme de lo que me rodea, tú y tus mensajes me mantienen anclada al presente. Con ilusión. Así como la promesa de volverte a ver. 

 

Se me secan las lágrimas. 

Me olvido de las frustraciones, del cansancio y las peleas, de la certeza que tengo de que voy a suspender mi examen trimestral de economía...

Nuestros recuerdos me dan fuerza cada vez que flaquean mis piernas, no me rendiré. 

 

Respiro más tranquila. 

Es tu música particular; el ritmo de tus pisadas al andar. 

La familiaridad de tu olor, la intensidad de tu amor. 

La calidez que desprendes, ¿no puede ser ya viernes?