Sin flash por favor.
Esta mañana mientras esperábamos a nuestra profesora de plástica, mi amiga Louisa y yo compartimos fotos. Ella me enseñaba cómo jugaban sus gatos y yo le enseñé un cartel que vi por la calle. Y me hizo pensar en la primera vez que yo hice una foto....
Recuerdo cuando mis amigos me regalaron un Ipod Touch por mi comunión. Tenía tantas ganas de capturar cada pequeña cosa que no supe por qué empezar. Antes de eso, las fotos las hacía con las cámaras de mi madre, su móvil.. No valían nada objetivamente porque salían borrosas, desenfocadas o con mi dedo por medio. Sí, no soy muy artística. Tenía once años. Supongo que el tener el Ipod comenzó a hacerme ver las cosas con perspectiva. Bueno, desde la única perspectiva que existe según el lado realista. Donde unos ven flores otros las piensa como simples colores. Ya dependerá de cada uno. Desde aquel momento, quise guardar todo momento que consideraba digno de atesorar. Mi dedo no conocía límite así que hasta que no me quedé sin espacio, no paré. Llegué a un punto en el que tuve que abandonar el hábito. Y que en vez de sacar el aparato y tomar 50 fotos, hacer de mi cerebro un tesoro. A pesar de que temo que se me puedan olvidar, no hay mejor manera de revivir esa ternura, felicidad, o tristeza. Emoción o angustia. Eso queridos amigos, no puede hacerlo ni el Iphone 7.
En mi visita a Itálica, un guardia de seguridad me llamó la atención por hacer fotos con flash a unas antiquísimas monedas.