Y la pequeña crisálida se transformó en un hermoso niño.
En mi familia somos poquillos. Está mi madre, mi padre y mi único hermano Juan; que es más pequeño que yo. A medida que yo iba dando el estirón, me divertía con verle a él todavía tan pequeñín. Y ahora es él, el que se ríe de mí. Es un hombrecillo casi. A veces me da miedo, de que ya no me necesite o que yo le suponga una carga.... Que empiece a tomar sus propias decisiones. Que se esté yendo tan rápido. El otro día jugábamos por primera vez en el verano al fútbol. Nos bañábamos en la piscina. Y todas mis preocupaciones se desvanecieron extrañamente con un comentario que hizo Juan (no me acabo de recuperar). Se había resbalado, soltó un taco y dijo: "mira que le prometí a Rexy que no diría más palabrotas." Rexy es su dinosaurio de peluche que compramos en Cambridge hace casi 8 años. Era bueno saber que su cabeza seguía sin madurar. Que quedaban partes propias de un niño. No se apreciaban con claridad, y no les quedaba mucho. Pero así es como la pequeña crisálida se abre por fin, dejando el camino libre para un nuevo ser.
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