Blog

Rebosantes de cafeína.

Cuando llega la temporada de exámenes, no se oye a ningún alumno hablar de otra cosa que no sea estudiar. Es un sufrimiento para el que escucha y padece. Estar nervioso es un estado desagradable, como si de repente soplara una brisa gélida que silbara en tus oídos y te hiciera estremecer entre tembleques. Me pasé varias tardes estudiando, igual que los demás. Me encanta aprender pero durante esta semana parezco un antílope al que van a engullir pronto. Mi cuerpo está arqueado en tensión y se dobla hasta que me duele la espalda. Incluso me tiembla el ojo izquierdo. Tampoco me di cuenta de la brutal fuerza con la que apretaba la mandíbula, hasta que me desperecé un momento para ocuparme de otras tareas. Me retumbaba el cráneo. Imaginaros un taladro esparciendo escombros alrededor del terreno que acaba de perforar. Así sentía mi cabeza, dando tumbos, palpitando ruidosamente. Tardé en tranquilizarla. Este largo proceso de pocas horas de sueño y sacrificio de lo que anhelamos por hacer; leer, descansar, salir, (La lista es infinita.) Es lo que arrastra un estudiante consigo. Y aunque ya he terminado los exámenes, siento la necesidad de.. Justificar el mal rato. Mi padre me suele dar el mismo consejo; “La tensión no es buena aliada pero antes de un examen hará burbujear la concentración.” Igual que cuando estrujas una naranja para aprovechar el jugo al máximo. El sabor de boca es deliciosamente amargo y nunca hace daño.

 

Resultado de imagen de zumo de naranja

Leer más

Flores; nunca mustias.

Mi padre conocía al encargado de un puesto de flores en la calle anterior a la Plaza Nueva. Yo conozco a su hijo, que se encargó del negocio al fallecer. Es como si hubiéramos heredado la relación que previamente trabajaron nuestros padres. Casi todos los días me detengo a admirar sus plantas; las que aún no se habían abierto, las cabezas de otras separadas de los tallos. Le pregunto por las extrañas que no había visto nunca y él me regala sus nombres. Después, con dos sonrisas (por ambas partes) nos despedimos. Lo mejor de mi día fueron las cabezas de aquella flores a las que había decapitado y apartado. Me contó que los clientes las considerarían feas o pasadas. Me preguntó si yo las quería. Seguro que os imagináis mi respuesta; pensé en llevárselas a mi abuelo. Así que, mientras esperaba al tranvía, las enredé entre mis dedos, acariciando los pétalos con delicadeza. Las examiné con detenimiento, preguntándome por qué las rechazaría alguien, pues para mí eran perfectas. Todavía no conquistaba el marrón sus hojas, tampoco se me hundían las púas en los dedos. Sí es verdad que las flores prefiero verlas en su tierra. Ancladas a ella. Pero entiendo por qué las tenemos en casa; son un claro ejemplo del ciclo que sigue la vida. Ese que se divide en cuatro partes; nacemos y nos admiran, evolucionamos, maduramos y nos encogemos a morir, sintiendo el peso de la mínima brisa en los hombros. Pero la semilla que tan concienzudamente fabricamos, perdura. Además, estará rodeada de una generación entera de otras semillas que barren la carga de envejecer. No se encorvan bajo sus penas y ascienden en el recuerdo de sus padres. Florecer es una cosa muy difícil, pero es admirable. Estén desmenuzadas, pisadas, entre las mandíbulas de un perro. Bajo tierra o en un jarrón. Yo las traigo a mi casa, a la de mi abuela. Quiero que se vean, que aprendamos esta lección.

  

Resultado de imagen de petalos desmenuzados

Leer más

Lazos mágicos.

Amo las casualidades de la vida porque son parecidas a la súper luna que tuvimos hace poco (15 de diciembre, 2016); escasas y preciadas. Todo ser, por muy pequeño que sea, está compuesto por infinidad de cosas. Son como las fibras de celulosa que mantienen un trozo de servilleta. Pues creo que nuestra vida la forman las casualidades. Como los lazos suaves entrelazados del mejor vestido en tu armario. No conocen límite, no tienen memoria;

 

Es alucinante, mi padre me dejaba en éste mismo semáforo donde yo os dejo ahora mismo. Yo estaría aquí media hora antes que vosotros.” -Mi madre por enésima vez desde que aprendimos a atajar el camino al colegio.

 

Mi madre nos deja en una calle muy cerca del colegio y esta mañana nos volvió a contar cómo su padre (mi querido abuelo), la llevaba en coche en el mismo sitio donde nos bajábamos nosotros. Estoy segura que ella no se da cuenta que ya le hemos oído la historia. Pero la verdad es que me encanta escuchársela porque la veo rebuscar en las desordenadas carpetas de su memoria. Están repletas de momentos únicos. Casi puedo ver revivir al recuerdo y chispear como lo haría una bengala. Imagino a mi abuelo echándola de la furgoneta, con sus muchos papeles, su pelo desordenado. Rebobino una y otra vez porque el pensamiento me divierte.

Cuando salgo de mi coche, dejo que la magia del pasado me envuelva. Tan sólo le concedo un único segundo, antes de cerrarle la puerta. Quiero conservar su esencia para que cuando vuelva a abrocharme en mi asiento, al final del día, me vuelva a invadir. Pues ahora lo sabéis, tantas posibles calles donde bajarnos y nos toca ésta. Algunos diréis que es imposible que sea una casualidad. Pero cómo nos acabamos encontrándonos con ella, si no se puede buscar una casualidad?

Las mañanas escolares son bonitas.

 

Resultado de imagen de lazos magicos

 

Leer más

Un instinto maternal muy joven.

“Ya lo entenderás cuando seas padre.”

Quién no ha oído esa frase más de una vez? O.. “Si si.. A ti también te tocará.”

Yo la oigo continuamente. Y es que el mito que vengo a desmentir hoy es que los niños no comprenden lo que es ser padre. Veréis, hace un mes me hice un pendiente. Es delicado y el hombre que me lo hizo insistió en que volviera al sitio un día a la semana para revisarlo. Está cerca, solo a dos calles del colegio. Diréis.. Qué rollo, siempre lo mismo. A mí me gusta ir porque es la hora de salida de muchos niños. Antes de continuar, debo explicaros qué se siente al tener memoria. Crear recuerdos es cómo hacer una foto. Lo curioso de ella es que fotografía lo que quiere, lo inesperado. Bueno, pues mi memoria tomó una foto a una niña pequeñita que hizo que me desviara de mi camino (hacia el estudio de pendientes). Calculé que tendría cuatro años. Su mochila era tan grande que le sumaba altura. Tenía gafas; eran redondas y celestes y le enmarcaban las mejillas redondas además de resaltar su palidez. Me encantó, y eso que yo no la conocía de nada. Su padre le tiraba con fuerza del brazo. Pronto arrastró también su mochila porque se le resbalaba hacia un lado. Todavía llevaba el delantal, esos que les ponen en el comedor. Me di cuenta que había acabado en la acera de en frente porque no me gustó la rudeza con la que su padre la trataba. Pensé que tendría tanta prisa porque tendrían que coger un autobús pero aún así… Me molesté más de lo que yo creía posible. (Yo me encontraba muchos pasos más atrás) Cuando me recompuse, me di cuenta que mis manos se habían moldeado como para sujetarle la mochila a la pequeña. Fue asombroso. Desde entonces creo firmemente que ese.. Llamémoslo instinto, no se desarrolla durante el nacimiento de tu primer hijo. Se nace con él, es una de nuestras atesoradas cualidades que deberíamos empeñarnos en preservar.

 

Imagen relacionada

Leer más

Relaciones insanas.

Imagen relacionada

 

Creo que no existe escritor que no haya sido un ávido lector pues los libros nutren y ayudan a madurar. Solía tener un profesor que nos decía; “Un buen libro es aquel que os hace dudar de vosotros mismos. De lo que pensabais y sentíais. Un libro así te cambia la vida.” Por desgracia en el mundo, hay muchísimas personas que se niegan a dejarse llevar porque no saben que es posible establecer una relación con objetos. Hay mil tipos de relación; de amistad, amor, odio, la estrictamente profesional, etc. La peor de todas es la relación insana. No sólo causa sufrimiento sino que también, se apodera de ti.

Al principio os hablé de libros porque (y me pongo a mí misma como ejemplo,) es más fácil que un libro te absorbaque la la necesidad de beber agua. Aunque calmes tu sed, volverá pronto. Un libro posee el mismo poder de profunda satisfacción.

Recientemente me terminé un libro que me influyó en la manera de imaginar a los personajes, en mis sentimientos hacia ellos. Me enamoré del libro y cuando pasé la última página sentí cómo se derretía este mundo de fantasía. Es una droga a la que se le acaba el tiempo de enganche. Pero te sugiero que busques otra que la reemplace porque esto es una relación insana.

 

Leer más

Vivir conjugando.

Resultado de imagen para vivir en el presente

Seguro que habéis escuchado esta frase antes; “Un gran error es arruinar el presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro.” No quiero defender mi opinión con demasiado ímpetu porque hay algo de verdad en ella. Poca, muy poca. Vengo a desmentiros esta frase porque me siento engañada cuando la leo en estados de whatsapp y descripciones en instagram. Pienso que dejar de pensar en el pasado es renunciar a una parte de ti. A tus recuerdos, a la niñez en la que se jugaba a las cocinillas y nos enseñaban a juntar nuestros pensamientos con coherencia. Son recuerdos tiernos y enteros. Estamos, inevitablemente, vinculados a ellos. Olvidarlos sería como darle un corte a un lazo de seda. Limpio, eficaz e irreversible. Algunas personas estarán deseosas de dejarlo atrás pero yo no sabría comportarme sin mi pasado.

Y qué hay del futuro? Sabéis de qué está hecho? Pues de ilusiones, esperanzas, de proyectos inacabados, de frustraciones y oportunidades, rupturas y desolaciones. Centrarse en un único tiempo (el presente) devoraría la curiosidad de lo que está por llegar. Como ver partir un barco sin saber dónde va.

Yo os digo que las conjugaciones tienen su propósito y no sirve de nada aprenderse un trocito. En el colegio nos exigen memorizar todos los tiempos y modos. Vivir es un verbo que puede conjugarse, así que renuncia a la idea del presente. No te traiciones, no le seas infiel a las anteriores y futuras versiones de ti porque al fin y al cabo sois la misma persona.

Leer más

Fuertes cimientos.

Muchas veces imagino que en nuestro interior viven grandes ciudades; con sus praderas, edificios, árboles, luces que parpadean, mosquitos que las revolotean… Algunas tendrán lagunas, ríos o mares, porque no todas son iguales. Y cruzando éste mundo que no sabíamos que teníamos, hay un puente. Unos están fabricándose, otros ya funcionan. Eso no es muy importante porque no hay ninguna ciudad a la que le falte su puente. Lo único que sí varía son los materiales con los que se construyeron. Pudo ser piedra, hierro, madera. Esto que os cuento, es mi forma de atribuir cualidades a las personas que conozco (incluidas las que están por llegar). En mí por ejemplo; las praderas podrían ser felicidad. Mi ciudad suele ser muy verde aunque de vez en cuando se arrancan las placas de césped. Se sustituyen rápido. Los edificios no son muy altos así que, van a ser preocupaciones. Las plantas innecesarias pueden demolerse pero también añadirse. Las luces vamos a decir que será mi empatía. Sí, parpadean; se encienden impredecibles mas no se acaban de fundir. Los árboles son inquietudes y no dejaré que los talen. Creo que en mí brama un mar que lo nombraré como curiosidad; incesable y rebelde. Sólo me queda hablaros de los puentes. A éstos indudablemente, les asigno la confianza. Porque es una cosa bastante moldeable y desgraciadamente, salvaje. Quién sabe, a lo mejor intentas acercarte y te arranca una pierna. Otro día te lamerá las heridas. Puede ser que por eso, preferimos dejarla corretear o en los peores casos, enjaularlas. Adelantaré que esto es un grave error porque en ocasiones es realmente útil. Para ponerte un vestido que te costó caro y que ahora queda algo estrecho. Para vernos bien recurrimos a la confianza. Os habéis dado cuenta que la he descrito como un animalito? Con mucho cariño y paciencia conseguiréis que acuda a vosotros. Desde entonces tendréis un aliado y lo mejor? Vivís juntos.

 

Resultado de imagen para puente enjaulado

Leer más

Mi gato Momo.

Qué hace una buena historia? Pues entre muchas cosas, el poder visualizar los acontecimientos. Debes ser capaz de sumergirte en su contenido hasta un punto en el que tu vida no vuelve a ser la misma. Cuando escuchamos una historia, alimentamos una parte salvaje en nuestro interior que demanda ser escuchada. Siente apego por los personajes y al acabar, es muy probable que llore por pena de que algo tan maravilloso se haya esfumado. No os confundáis; que aunque el relato haya finalizado, los pensamientos que te dejó y las emociones que sentiste, no lo siguen. El segundo requisito, (imprescindible) es un narrador. Diréis, narrador puede ser cualquiera. Sí, pero un narrador apasionado garantiza con sus palabras, una paz deliciosa. Hoy los narradores son mis padres porque gracias a ellos conocí a Momo; el protagonista de esta historia. El ardor de sus recuerdos era palpable. Momo era un gato atigrado gris, con ojos pantanosos. Amarillos. Delgado y juguetón. Seguía a mi madre a la azotea, a tender ropa. Se dormía en el sofá junto al escritorio de mi padre, chupando su dedo meñique. Zampaba filetes como un león en captividad y el cariño que le tenía a todo el mundo era inusual. También era listo; delató al vecino que le dio una paliza, arrastrándose hasta su verja. Maullaba de dolor. Mientras, yo escuchaba. Maldije al vecino y sonreír al imaginar su cuerpo largo sobre mi regazo. Al mirar por la ventana creo verle trepando el limonero. Agazapado y ágil. Bonito con sus colores al sol. Si bien esta historia sirvió para disfrutar de él, también me hizo añorarle. Su muerte me dolió casi tanto como a mis padres.

 

Leer más

Una vida de espera.

A veces no gestionamos bien nuestro tiempo. Sí, es nuestro, porque al ser infinito e invariable, no le importa qué hagamos con él. Os introduciré este artículo dándoos a conocer algo de mi primer perro; Hermes. Tengo una foto suya como fondo de pantalla en el ordenador (la que os dejo debajo). Las personas que miran mi pantalla me suelen preguntar por su ojito rojo, su cabeza grande.. Estaba enfermo. Quieren saber si es mío y cuántos años tiene. Es mío, tiene 10 años en cuerpo más 7 en alma. Vino poco después que Momo, pero con Hermes tengo mis propias experiencias. 

 

Recuerdo nuestra llegada del colegio. Él salía a saludarnos. Mi hermano y yo, cansados, le apartábamos sin prestarle mucha atención. Y teníamos tiempo de rascarle la cabeza o lanzarle una naranja, antes de ponernos a estudiar. Antes de meterme dentro de casa, le daba un tirón en la oreja pelada, seca. Así pasaron sus años; nosotros con prisas y él paciente, esperando el cariño que no llegaba. Días más tarde, se le agotó la espera. Siento que los muchos años de vida, no le dieron la felicidad. Cometí un error con él, así que, decidí corregirme. Desde entonces, salgo fuera todos los días a dedicarles tiempo a mis actuales animales. Incluso lloviendo y haciendo frío como hoy. Es importante avanzar a pesar de la persistente culpa que palpita con cada latido de mi corazón. Es caprichosa, insaciable y no se irá hasta asegurarse que he aprendido la lección. 

 

Leer más

La niña que siente.

 

 

Según el diccionario; La empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. La palabra empatía es de origen griego “empátheia” que significa “emocionado”.”

 

Osea que la empatía es una emoción y no un estado de ánimo temporal. Recuerdo la primera vez que simpaticé con otro ser. Tenía seis años y estaba pasando el curso en Cambridge. Durante el cambio de trimestre fuimos a “Cley next to the sea.” Está en el River Glaven en Norfolk (Inglaterra). Vi una estrella de mar descansando sobre una roca. Mis dedos estaban entumecidos y temblaban de frío; no llevaba guantes. Pero pude apreciar los bultitos de arena sobre su cuerpo blando, que parecía derretirse con mi tacto. Le di la vuelta para inspeccionar su otra cara y se le cayó un brazo. Los restantes cuatro se quedaron en mi mano izquierda. 

 

En ese momento  me sentí rara, como cuando se corren las cortinas para iluminar una sala que llevaba siglos en la oscuridad. No sabía qué nombre ponerle a esta sensación. Esta capacidad de imaginar la vida a la que tendría que acostumbrarse la estrella. Le costaría mucho, a mí me habría sido imposible. Decidí ayudarla. La metí en un vaso espacioso. Lo llené de agua salada y le troceé alga.

 

Resultado de imagen de estrella de mar sin brazo

 

Esperé a que le creciera otro brazo pero murió al día siguiente.

Leer más

Blog

La guerra.

¿Pero qué está siendo de la humanidad? Por favor, que mi corazón no puede más. Yo solo quería vivir en paz y tranquilidad. Todas las esperanzas que teníamos porque el año nuevo trajese una realidad mejor… y miradnos, qué tremenda decepción. Ahora mismo solo hay desesperación e...
Leer más

Somewhere only we know.

Recuerdo la primera vez que me enseñaste tu habitación como si fuese ayer.  Me llamó la atención por varias razones aunque la mayoría no las recuerdo porque estaban nubladas por los nervios que yo sentía de estar en ese espacio tan tuyo.  Aunque sí hay un par que permanecen en mi...
Leer más

Estoy triste.

Estoy triste pero también frustrada, cansada y terriblemente enfadada. La causa de mi inspiración esta noche no es precisamente positiva pero es sumamente necesario hablar de ella...  En las noticias últimamente, aparece a menudo el tema del medio ambiente, el de las catástrofes que nos...
Leer más

Un sueño que tuve anoche:

Tú y yo paseando por las calles de Sevilla, como de costumbre. Saludamos a la Catedral, a la Giralda, perseguimos el tranvía y sorteamos a la gente.  No había coronavirus, así que no llevábamos mascarillas incómodas que tapasen nuestra sonrisa.  Nos estábamos haciendo fotos pero salieron...
Leer más

¿Dónde estás?

¿Cómo te va la vida? Que últimamente apenas sé de ti.  Pareces feliz, más tranquila pero ojalá formase parte de tu día a día para poder comprobarlo yo misma.  Mi gran problema contigo es que te echo de menos y me da miedo decírtelo sinceramente, sin sarcasmo o burlas que lo camuflen, como...
Leer más

Persistente.

Nací con un hambre insaciable para aprender. Desde siempre, he pensado que estudiar es un placer y suelo dedicar tardes enteras a leer sobre cualquier cosa, todo. Soy de naturaleza curiosa, hago muchas preguntas y acumulo información como hacen las ardillas con sus frutos secos, antes de que llegue...
Leer más

Avances.

El sábado dos de mayo, la vida de los andaluces dio un giro significativo, de 360 grados.  Nos anunciaron que podríamos salir a pasear una hora, a hacer ejercicio, en compañía de un miembro de la familia (si no queríamos estar solos) y pasear a los perros varias veces al día. Yo sacaba al mío...
Leer más

Una celebración diferente.

Hoy no tenía muchas ganas de levantarme porque ya no es mi cumpleaños.  Empecé a tomar conciencia de ello cuando disminuyeron los mensajes de “¡felicidades!” aunque seguían entrando, incluso pasadas la medianoche. Mi día especial estaba acabando y mañana no sería igual. Tendría que volver a la...
Leer más

Adiós.

Hace seis años que me enamoré por primera vez, de un chico que me hizo sufrir lo peor (a mí me lo parecía por aquel entonces), durante y al acabar la fase del desamor. Incluso cuando nos propusimos ser amigos. Aunque reconozco que yo también fui culpable de la forma tan retorcida que tomó nuestra...
Leer más

Apocalipsis.

Yo no iba a hablar del Coronavirus por aquí, de tan harta que estoy de él pero hoy hago una excepción, por ser el primer día de la cuarentena oficial.  Todos llevamos esta última semana expectantes, la mayoría deseando que cancelaran las clases, los exámenes, las responsabilidades… Creando...
Leer más