
Cuatro músicos veraniegos.

Dicen los románticos, que tendemos a cerrar los ojos cuando disfrutamos de algo que hacemos (un beso, una caricia, un libro..). Sin embargo, hay otras mil actividades para las que no los cerramos porque se necesitamos bien abiertos. Actividades como leer o dibujar. También para tomar fotografías.
Significa eso que no se encuentra el mismo placer en un beso como en el desarrollo de un dibujo? No. Para nada. Ambas nos llenan igual de positivamente! Pero sí que reaccionamos distintamente.
Hoy escuché mi canción favorita de Amy Winehouse. Cerré los ojos y canté con todas mis fuerzas. Más tarde, le preparé papilla al bebé pájaro que salvamos de las zarpas de un gato. Me encantan los animales pero tenía que poner toda mi atención en apuntar correctamente a la boca o le mancharía las plumas. Había una parte en mi interior que se aisló , haciéndose impenetrable. Os daré una pista acerca de esa parte; no eran mis ojos.
Nuestra naturaleza es sabia; pide a gritos alimentarse con alegría. Para llamarnos la atención se disparan alarmas feroces en cada poro de la piel. Son las responsables de pasar la página del libro, volver a reproducir el disco o sacarle punta al lápiz.
Yo estaba contenta con darle de comer a la cría (a la que llamé Amy) y eso que mis ojos estaban bien abiertos. La felicidad consiste en identificar qué nos entusiasma y olvidar el resto. No es tan complicado.
Solemos pensar que las peores rupturas son entre pareja. Y qué hay de las de familiares o amigos? Puedo asegurar que son igual de dolorosas, especialmente si compartisteis años, risas y colegio...
Tengo una amiga que conozco desde que estaba en parvulario. Estábamos muy unidas y ahora siento que no la conozco; se bebe un cubata o dos para ponerse (la cito) ‘contentilla’, le importa demasiado su reputación y sobre todo, su apariencia. Son cosas impropias de una quinceañera: va muy deprisa.
Siento que yo soy la que se queda atrás y no me importa este ritmo mío porque al final, no te espera nada bueno. Ojalá frenaras un poco: deja que me ponga a tu altura.
Una relación rota es aquella que preferimos ignorar. Pero, y cuando esa persona te manda un mensaje? O le da a me gusta a tu foto en instagram? Vuelven a reproducirse los mil conflictos que tuvisteis, antes de separaros definitivamente. Parece que os volvéis a enfrentar, con odio, insultos e indiferencia. Estas relaciones son tan dañinas… Despertad. Un “me gusta” no enmendará nada. Así que se tú la que avanza sin prisas o trampas.
Termina el año escolar protagonizado por llantos de alumnos que se van, intercambios de regalos, mucha comida basura, música alegre, bailes y risas pero sobre todo; promesas (de verse el año que viene).
Es un patrón que se repetía en mi otro colegio, incluso. Yo era la excepción porque no participaba en este show emotivo (y eso que era yo la que hacía el cambio). Estas despedidas me resultaban insufribles. Las veía como un recordatorio de la fugacidad del verano y la proximidad a las clases.
Mi concepción cambió este año porque creo que por fin, he conseguido integrarme. Me han dado también un papel que interpretar, para el que no me hace falta estudiar. Estoy repleta de ganas de quedar con mis amigas, de darles mil abrazos al despedirnos y de oír que me necesitan tanto, como yo a ellas.
En televisión aparecen anunciados a menudo, unos sobrecitos para adelgazar. La protagonista es siempre una mujer. Y yo me pregunto por qué nos toca a nosotras exponer la inseguridad sobre el peso, la barriga y los muslos?
Las inseguridades son un tema especialmente delicado y a veces, familiares y amigos desesperaban conmigo . Yo sabía que no era la única con este terrible sentimiento pero no podía imaginar a otras chicas, tapándose el cuerpo con la toalla o vistiendo ropa holgada.
En los vestuarios del gimnasio donde hago natación, veo muchos tipos de mujeres: unas sorben batidos protéicos con cara de asco, otras se retocan el maquillaje arrugando el ceño, porque les disgusta su apariencia. Así que, lo borran y vuelven a empezar.
También las hay seguras; se contonean, echando el pelo mojado hacia atrás a la vez que se ciñen un pantalón corto.
Pero.. Al final del día todas nos masajeamos las articulaciones doloridas, todas nos ponemos el pijama después de la ducha. Y todas queremos un cumplido para subirnos la moral de vez en cuando. Nos lo merecemos, es un bonito recordatorio con el que construir confianza.
Con la llegada del verano es más importante que nunca.
El primer libro que leí de Albert (mi escritor) se titula “el mundo amarillo.” En él, proponía un concepto para esas personas con las que somos capaces de profundizar sin ver a diario. Albert las llama amarillos; esas personas que se sitúan entre el amor y la amistad, esas personas que dan sentido a nuestra vida y que quizás vuelvas o no a ver.
Yo tengo una amiga llamada Esther que jugó un papel muy importante en mi vida. Se parece a los amarillos por su lejanía pero es mucho más. Aunque llegó en un ambiente poco saludable, nuestra relación mejoraba con misterio. Me completó cuando una parte grande de mí se resquebrajaba, la compuso con comprensión y consejo.
Quizás la edad sea nuestra mayor diferencia; dos años (que no noto). Ella es mi amiga: en la que más confío (parece que la entrenaron para eso) y a la que he admirado durante muchísimo tiempo. Por su independencia, fuerza y madurez contagiosa.
Ahora apenas nos hacemos falta, pero pienso en ti Esther: al pasar por tu tienda favorita, leyendo tus libros y escuchando twenty one pilots. Sabías que tu nombre significa estrella? Tu luz y brillo le hacen buena justicia.
Con la llegada del calor, el colegio nos lleva al río Guadalquivir a hacer remo (en vez de dar vueltas alrededor de una pista de atletismo.) Me emocionaba la idea porque no lo he probado nunca (en mi anterior colegio había una piscina pero estaba casi inutilizada.) Sin embargo, mis amigas no tardaron en listar las mil razones por las que hacer remo no es divertido:
(éstas son las más repetidas; los niños son estúpidos, el agua está sucia, te quemarás la cara muchísimo…)
Aunque sus advertencias eran sensatas y sinceras, bajar al río se ha convertido en la mejor clase de gimnasia hasta el momento.
Me sentía increíblemente madura e independiente. Sólo cabía yo en mi canoa. A menudo me dejaba arrastrar por la corriente y agradecía el agua que bañaba mis piernas. Estaba muy alerta, por si veía algún pececillo. Mis brazos acabaron pesados pero estaba liberada. Había pocos monitores para tantos alumnos, así que dependía de mí cuidarme: sortear rocas y evitar barcos turistas. Creo que fui la última en salir, decidida a domar mi pelo enredado y salado.
Mis dos amigos/vecinos veraniegos. Parece mentira que hayamos pasado por tanto juntos. Cuánto hacemos, tres años? Cuatro? No sé, con vosotros mi noción del tiempo se ausenta. Nos conocimos una tarde calurosa en el parque de la urbanización. Hablamos, comimos, prometimos volvernos a ver, y desde entonces aquí seguimos. Nico es el mayor del grupo; cumple dieciséis dentro de poco. Carlota tiene la misma edad que mi hermano. Me asombra la facilidad con la que fluyen las cosas entre nosotros. Incluso cuando las chicas hacíamos karaoke y bailes porque no nos apetecía jugar al fútbol.
Solemos ser inseparables pero la semana pasada quedamos sin Carlota porque tenía que quedarse atrás a estudiar. Cuando mi hermano y Nico se vieron, se saludaron con la cabeza. A lo mejor sonreían. No se contaban mucho mientras le daban patadas al balón. Yo pensaba que la relación que tienen los chicos es alucinante y envidiable. Es sencilla, simplona, pero fuerte. Con Carlota me esfuerzo por llenar el silencio, por hacerla reír. Pero estos dos se contentan con verse. Me sentía parte de esa amistad; aceptada.
Durante gran parte de mi vida, la mayoría de mis amigos eran chicos. Comprenden sin exigencias, son fieles y juegan sin crueldad. Es importante relajarse aun estando de exámenes y otras preocupaciones. Siento que Nico y Juan son perfectos para ello.
Eran las 6 de la tarde cuando volvíamos a casa. Me sorprendí cerrando los ojos más de una vez. Y es que, hoy he dormido menos de lo habitual. Pero vaya noche! Mi colegio consiguió entradas para ver “la bohème” (de Giacomo Puccini). Nos apuntamos ocho alumnos. Es la ópera favorita de mi madre ( que lleva toda la semana cantándome las canciones.) “Si mi chiamano Mimi, ma il mio nome è Lucia. La storia mia è breve. ..” Qué maravilla! Qué pasión, qué fuerza! Reconozco que no me enteré muy bien de lo que decían los personajes porque, aunque en lo más alto del escenario proyectaban los subtítulos, apenas si los leí. Prefería concentrarme en la chaqueta de Rodolfo en los rizos de Mimí. Vi como vibraban sus gargantas melodiosas con la fuga de promesas y preocupaciones.
Mi madre pensó que me aburriría, que no sabría cómo sentarme para hacer pasar el tiempo. Se equivocó. Creo que el mérito es de mi padre. Veréis, esta es la primera ópera a la que asisto pero no la primera que escucho. La flauta mágica ocupaba mis oídos a todas horas. Sí, además de disfrutar de la orquesta y disfraces, sentía cómo me transportaba a los brazos de mi padre que me mecía, canturreando, antes de acostarme. La oscuridad de mi prestigioso asiento me envolvía en la dulzura de un recuerdo anciano, ahora rejuvenecido tras haberlo rescatado.
Si no entiendes de qué hablo, te facilito la búsqueda.. https://www.youtube.com/watch?v=kHAS7r8Pd0k
Ayer vino mi ecritor español favorito, Albert Espinosa a firmar libros. El hombre que me inspiró a escribir mis ideas por muy dulces y empalagosas que fueran. No hay de qué avergonzarse! Una persona incompleta; le falta un trozo de tímpano, un pulmón y una pierna. El mismo que escribió la historia de su vida con optimismo, convirtiendo a los enfermos que lo rodeaban en la UCI, en sus mejores amigos. Los conoce tras ingresar por cáncer. Hizo de su enfermedad una experiencia como cualquier otra, algo de lo que mi familia no ha sido capaz tras la muerte de mi abuelo. Admiro a Albert y espero con ansias sus visitas a Sevilla.
El sábado mi madre me dijo que tenía una sorpresa que darme pero que no sería la única en disfrutarla. Así que a las 7:30 de la tarde, cansada y acalorada, me reúno con mi madre en la Plaza Nueva donde veo que él está ahí, charlando y dando abrazos sin su pierna protética. Doy un salto de alegría y cubro a mi madre de besos agradecidos.
Cuando llegó mi turno me preguntó por mi nombre. Yo sabía que no se acordaría de mí, a pesar de haber estado en las inauguraciones de sus tres libros nuevos. Siempre me escribe; “Tienes luz, por ello eres genial.” Me gusta pensar que es especial para mí, porque le causo la misma impresión. Esta dedicatoria es mía y no se la repite a los demás. Después de cerrar el libro con delicadeza, me da dos monstruosos abrazos de oso (de dónde saca este hombre la fuerza?). Y nuestras gafas chocan al despedirnos.
Revivo el encuentro de camino a casa. Intento ponerle nombre a este afecto despistado que muestra. Llego a la conclusión de que, Albert (famoso superviviente y autor) es como un primo mío! Un primo tan lejano, que ya no es ni de mi sangre! No está muy puesto en mis estudios o gustos, pues no es su obligación. Sin embargo se aseguraría que no pasan coches al yo cruzar la calle.