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Corazón:

Vives en agonía porque no te dejan despertar. Crees que este amor no correspondido te va a matar. 

Te haces trizas.

¿Cómo sonreírle cuando te apetece gritar? 

Y llamar su atención, que te vea, romper con la invisibilidad por ella. 

 

Estás cansado, un tanto ausente. 

Deseando abandonar la cárcel que es tu cuerpo porque notas la falta de aire. De cariño. 

Quieres correr lejos de la soledad aunque no sabes si olvidar, ni si serás capaz de dejarla atrás. 

Tú sólo quieres expresarte pero con la condición de que a ti también te amen. 

¿Qué queda, si sólo hay nada? 

 

Quieres ocupar el lugar de otra persona para estar junto a quien te da sentido, fuerza a tus latidos. Te hace reír, bailar, vivir, llorar, a veces inconscientemente. 

Todo, si es contigo. Para ti. 

Ojalá pudieras hacer algo por mí.

 
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Mi pequeña aprendiz.

Un día (varios años atrás), yo bajaba las escaleras al patio donde solemos ponernos a desayunar y de casualidad, cruzamos miradas y nos sonreímos (tienes una sonrisa preciosa, por cierto): sin tener idea de quiénes éramos, de nuestros nombres o aficiones. Nuestros grupos de amigos se entremezclaban pero tú te limitabas a escuchar desde una esquina. ¿Por qué no participabas como lo hacían todos? 

Mi propia timidez me impedía ocupar la silla junto a ti y preguntarte. 

 

Pasan los meses y consigo aprenderme tu nombre (aquí te llamaré MW) y sabía lo básico de ti por tus amigas, que explicaron que eras muy callada al presentarnos. Solían hablar por ti, cuando eres capaz de hacerlo tú misma. 

Entonces me fui a Newton y aunque “sólo” fueran siete meses, sentí que se me había pasado la oportunidad de conocerte porque éramos prácticamente desconocidas: lo lógico hubiera sido que nos olvidásemos mutuamente. 

A mi vuelta quizás faltaría el tiempo porque me tocaría enterrar la cabeza bajo los estudios para poder volver a irme del colegio, a la universidad… 

 

Perdí el contacto con muchos amigos queridos, que no encontraban el momento para hacer videollamadas conmigo o contestarme a los mensajes y contigo ocurrió lo contrario. Comenzamos nuestra amistad a través de las insta stories y conversaciones de tu madrugada que yo podía seguir hasta tarde por la diferencia horaria. Fuimos intercambiando datos pequeñísimos, insignificantes sobre nosotras y escalamos a contarnos preocupaciones o inseguridades, a empezar a confiar. 

Nos prometimos que una vez volviese a España, haríamos el esfuerzo de hablar en persona, sin las ventajas tras la pantalla. Me enorgullece decir que la estamos cumpliendo. Aunque sigas siendo un gran misterio, hemos creado una historia de película.  

 

He andado con cuidado contigo siempre, por miedo a asustarte o intimidarte. Intento corresponderte de la mejor manera que sé. Espero que puedas perdonar mis errores y sus consecuencias. A veces desearía que las cosas hubiesen sido diferentes pero no me arrepiento de nada, nunca. Igual es por ellos que somos así de afines, aún teniendo personalidades tan contradictorias: una colorida, en ocasiones demasiado atrevida y la otra reservada, deseando pasar desapercibida. 


 

Gracias por no salir corriendo, por abrirte a mí, por intentar aprender lo mejor que puedo ofrecerte para que no tropieces con las mismas piedras y por querer emprender el camino correcto, a pesar de las dificultades. 

Recuerda que mi apoyo es incondicional y procuro estar presente, cerca (sé que a veces no lo parezco) para tenderte una mano, abrazarte y disipar tu tristeza. 

 

Me siento increíblemente afortunada de ser tu amiga, espero que te hayas dado cuenta. 

Te quiero MW. 

 
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La aventura.

Puntuales e ilusionadas, llegamos a la estación de tren. 

Yo, vibrante de energía e hiperactiva, intentando mantener mis nervios a raya, sin conseguirlo apenas. Tú, opuesta a mí: más serena y tranquila.

El ave atraviesa campos y túneles que miramos de vez en cuando porque estamos ocupadas con nuestra serie. 

Las horas se esfuman, como si nos hubiesen teletransportado sin leyes de la física. Ni siquiera me ha dado tiempo de ponerme cómoda.

 

Nos recibe una llovizna ligera, bonita pero malísima para tu alergia. Dejamos las maletas y salimos a la Puerta del Sol, ignorando posibles distracciones. Deambulamos hasta la hora del concierto donde canto, grito y bailo entre la multitud. Estática de ver a mi cantante favorita y confortada de que tú también estés aquí, a mi espalda, usando tus dotes de fotógrafa para hacerme un reportaje inolvidable. Me apena el aplauso final pero deseo el momento de volver a la habitación a refugiarnos del frío. 

 

Amanece rápido y nosotras tenemos mucho que hacer. 

Paseamos por la Gran Vía, parando constantemente a hacer fotos, disfrutando de la belleza que nos rodea. 

Entramos en librerías y exposiciones espontáneamente, siempre aficionadas al arte.

Comemos veganadas ricas sin horarios, siendo turistas en una ciudad que ya conocemos y que aún tiene tanto que ofrecer… 

 

De vuelta en el ave al caer la tarde, nos contemplo en el reflejo de la ventana: mi cabeza apoyada en tu pecho, tus labios cerquísima de mi frente y temiendo el momento de volver a la realidad. 

Prometo silenciosamente que tenemos otra escapada pendiente, Madrid tampoco se ve en un día.

 
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Naturalidad.

Sé que nos cuesta mantener la paz. 

No somos la familia ideal pero hoy he percibido un pequeño destello de unidad, que ha hecho que confesara por fin. 

Aún tengo que hablar con los que faltasteis a la gran comida de año nuevo pero ahora me siento lo suficientemente fuerte para afrontarlo. Voy a estar más relajada en las próximas conversaciones.

 

Debo pediros perdón por aislarme en mi interior y ocultaros grandes verdades que os habría gustado saber. 

Haber asumido lo peor, era uno de mis pésimos mecanismos de defensa. Creí que así me estaría preparando si acababais por odiarme o rechazarme. A lo mejor he podido resultar más distante por eso.

Tampoco estaba del todo convencida de que fuese capaz: salir del armario siempre es difícil. Hay que arriesgarse, ser valiente y afrontar cada pequeña incertidumbre. 

 

Igual necesitaba que alguien me diese un empujoncito pero estaba siendo una egoísta con mis indirectas. 

¿Cómo iba a pretender que lo adivinaseis con sólo un cambio de look y mis silencios? Son pistas demasiado sutiles. 

¿Cómo podríais comprenderme si no os dejaba hacer preguntas? 

No tenía ningún derecho a exigir tanto.

 

Pero también quería daros las gracias porque sé que en el fondo, muchos de vosotros os lo imaginabais ya y habéis esperado pacientes a que yo estuviese preparada. 

Vuestros mensajes de apoyo me han conmovido y se me caen las lágrimas sobre la sonrisa, mientras escribo. 

No podía haber pedido una reacción mejor. 

Me siento aceptada pese a las posibles diferencias.

 
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Navidad.

Me dedicaste una caja que tú misma pintaste, su interior repleto de sorpresas.

Recuerdos y momentos me regalaste al imprimir nuestras mejores fotos, las más representativas de nuestra relación. 

Tus sentimientos por escrito en tu código de letra desordenada.

Cada cosa que escogiste, me emocionaba. Hasta las guirnaldas de suave piel dorada, que usaste para proteger lo demás.

Y yo luchando contra las lágrimas para no empapar las páginas de mi nuevo libro favorito.

 

Sé cuanto te esforzaste. ¿Cuántas veces retocarías los pequeños detalles? Espero que tu perfeccionismo no te diese mucha guerra…

Te imagino frustrada en casa, pensando que no era suficiente o demasiado, que algo estaba fuera de lugar o que no me gustaría. Pensando y repensando. 

Pero siempre fuiste muy atenta, observadora y todo me pareció increíble. 

Date cuenta de tu habilidad, de lo bien que me conoces.

 

Me has dado tanto en el “poco” tiempo que llevamos y no hablo sólo de lo material… ¿Te merezco? 

 
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Quiero verte.

La semana me cuesta, a veces me asfixian mis obligaciones. 

Cuando me apetece hacerme pequeña y alejarme de lo que me rodea, tú y tus mensajes me mantienen anclada al presente. Con ilusión. Así como la promesa de volverte a ver. 

 

Se me secan las lágrimas. 

Me olvido de las frustraciones, del cansancio y las peleas, de la certeza que tengo de que voy a suspender mi examen trimestral de economía...

Nuestros recuerdos me dan fuerza cada vez que flaquean mis piernas, no me rendiré. 

 

Respiro más tranquila. 

Es tu música particular; el ritmo de tus pisadas al andar. 

La familiaridad de tu olor, la intensidad de tu amor. 

La calidez que desprendes, ¿no puede ser ya viernes? 

 
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Evolución.

Solía conocer a una chica a la que le faltaba hasta la curva de la sonrisa, de lo delgada que estaba. En su cuerpo sólo existían duras esquinas, era todo codos y rodillas. 

Sus pechos se habían reducido a la inexistencia, tenía la cadera encogida. 

Su ser rezumaba vacío y fragilidad, que se extendía a su alrededor como una niebla difícil, de la que deseaba librarse pronto.  

Carecía de forma, era un bloque liso de piedra que no dejó desarrollar por la mano experta de la naturaleza. Un proyecto fallido que quería ser una preciosa escultura… 

En realidad, lo que le pasaba, es que no sabía bien lo que hacía. 

 

Esta historia, afortunadamente, no acaba aquí porque a día de hoy está muchísimo mejor. Incluso parece otra persona. 

Sus muslos bailan al andar y sus brazos son fuertes. Hay carne sobre sus huesos, músculos en el vientre y está más blandita.

Ha reformado su armario entero con tallas mayores de vaqueros, camisas y sujetadores.  Aunque lo más importante es que ahora ya es feliz. Está sana de verdad y acepta los cambios tal y como vienen; con (tímida) expectación pero serena. El pánico hace mucho que se fue.

 

 
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Caprichitos.

Purple (te llamo así para proteger tu identidad); no te lo he dicho a la cara pero la semana pasada, cuando nos refugiamos en la heladería para que no nos empapase la lluvia, me di cuenta de lo mucho que me has ayudado.

 

Siempre que quedamos, te aseguras de que yo también pueda comer bien y completo.

Me maravilla tu entusiasmo por probar bares, cafeterías y restaurantes nuevos.

Sería capaz de oírte hablar de recetas que te encuentras por instagram, todo el día.

Es genial que le des importancia a tomar postre y hacer meriendas.

Que me contagies tu sencillez: si algo te apetece, te lo pides sin pensártelo demasiado.

Me encanta que te ames, grites que estás más buena que el pan y no dejes que tu cuerpo pase hambre nunca.

Me haces bien. Has conseguido que recupere mi ilusión, que vuelva a disfrutar.

 

Cocinar juntas se han convertido en una de mis aficiones favoritas.

Tortitas ruidosas, pizzas con toppings extraños, ensaladas preciosas… Podemos con todo.

Dos expertas estamos hechas.

 

Sin ti, no sería la que soy a día de hoy: seguiría hundida en mi gran agujero negro.

Gracias por curarme, te quiero como la vida misma.

 

 
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Distante.

Echo en falta nuestra complicidad y sus miradas. Intercambiar (son)risas cuando estamos sentados a la mesa.

Hablarte y que no tengas los cascos puestos al máximo volumen. 

Ser tu hermana mayor, aconsejarte, consolarte.

Escuchar tu voz en otro tono que no sea enfadado. Irritable. Molesto.

Echo de menos sentir que perteneces a la familia.

Pero parece que todo esto forma parte del pasado, como un recuerdo lejano, te noto desvanecer.

 

Eres el último planeta del sistema solar, el más alejado de los demás. 

Tu órbita personal es egocéntrica.

Aislado en frialdad, de atmósfera impenetrable. Turbulenta e inaccesible, esta misión resulta imposible. 

Arriba en la superficie, se libran batallas dolorosas que preferiría olvidar. Bajo ella, estallan volcanes hirvientes de rabia. 

Estás lleno de cráteres y cicatrices sin historias dignas de contar.

 

Te echo de menos a ti, por encima de las anteriores cosas. 

Y tú no te das ni cuenta.

 

 
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La carta que no te llega:

Tenía un secreto que ansiaba por contarte.

Decidí guardarlo hasta que llegara “el momento”, en un futuro que parecía muy lejano.

O esperar a olvidarme.

 

Pasaban los días y las personas por mi vida pero esta mancha de mora no se borra ni con lejía.

Me dolía el pecho como si me hubieran abierto un agujero. Escuece cuando lo pienso.

 

No podía tenerte y eso me enseñó a ser paciente. 

A disfrutar de los kilómetros que nos separaban. 

Podía ocultarme tras una pantalla y desviar la mirada durante nuestras videollamadas.

 

Entonces, surgió una bonita casualidad en la que ambas nos vimos solteras.

Dejé pasar algo más de tiempo (para que sanaran las heridas).

Reuní coraje para confesar que… Te quiero y de repente, tú te adelantas, regalándome mis propias palabras.

Cómplices de sentimientos reprimidos.

 

Ahora muero por verte, besarte, enredar mis dedos en tu pelo y abrazarte.

Hacerte realidad.

 

Amor;

Has abatido la serenidad que tanto me había costado reunir.

Te has cargado mis defensas y concedido la libertad a mil ilusiones. 

Desafías el sentido común, pisoteas la voz de la razón.

Me haces feliz. 

Maldita tu dulzura, que no consigo pensar en otra cosa.

 
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La guerra.

¿Pero qué está siendo de la humanidad? Por favor, que mi corazón no puede más. Yo solo quería vivir en paz y tranquilidad. Todas las esperanzas que teníamos porque el año nuevo trajese una realidad mejor… y miradnos, qué tremenda decepción. Ahora mismo solo hay desesperación e...
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Somewhere only we know.

Recuerdo la primera vez que me enseñaste tu habitación como si fuese ayer.  Me llamó la atención por varias razones aunque la mayoría no las recuerdo porque estaban nubladas por los nervios que yo sentía de estar en ese espacio tan tuyo.  Aunque sí hay un par que permanecen en mi...
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Estoy triste pero también frustrada, cansada y terriblemente enfadada. La causa de mi inspiración esta noche no es precisamente positiva pero es sumamente necesario hablar de ella...  En las noticias últimamente, aparece a menudo el tema del medio ambiente, el de las catástrofes que nos...
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Un sueño que tuve anoche:

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Persistente.

Nací con un hambre insaciable para aprender. Desde siempre, he pensado que estudiar es un placer y suelo dedicar tardes enteras a leer sobre cualquier cosa, todo. Soy de naturaleza curiosa, hago muchas preguntas y acumulo información como hacen las ardillas con sus frutos secos, antes de que llegue...
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Adiós.

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Yo no iba a hablar del Coronavirus por aquí, de tan harta que estoy de él pero hoy hago una excepción, por ser el primer día de la cuarentena oficial.  Todos llevamos esta última semana expectantes, la mayoría deseando que cancelaran las clases, los exámenes, las responsabilidades… Creando...
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