No quiero correr la corta distancia hasta la estación del metro.
Sentir como flaquean mis rodillas.
No quiero notar tu aliento ebrio, ni comprobar que tus ojos me desnudan.
No quiero sustituir mi falda por unos pantalones holgados o esconderme bajo mi chaquetón largo.
Guárdate tus sucias palabras que no me halagan.
Trágate tus intenciones y bórrame de tu pensamiento.
Pasa de largo sin dedicarme más atención de la necesaria.
Déjame vivir en paz. Distraída. Tranquila.
No voy a hablar contigo, no soy ningún juguete. Mejor vete a casa a encender la tele.
No debería teclear constantes actualizaciones de mi estado, para no preocupar a mis seres queridos.
Porque tú y yo no nos conocemos. Somos extraños.
No tengo por qué tolerarte.